7 de octubre de 2010, una noche
nublada fue que visité por primera vez en mi vida aquel estadio desconocido
para mí, por lo que había leído se le llamaba "el fortín de Liniers"
pero yo nada sabía. Yo no tenía ni idea de que ese día conocería al amor de mi
vida.
Vivo en Lanús, ese mismo día tuve el
placer de visitar el José Amalfitani para vivir un recital que jamás olvidaré,
y no por la banda en sí, más bien por lo que les contaré a continuación...
Llegué al atardecer al estadio,
cacheos y revisiones correspondientes, entrada en mano y adentro. Caminaba por
las instalaciones exteriores de la cancha sin saber lo importante que se
volvería aquel lugar para mi vida. Caminaba hacia la puerta correspondiente,
bajé las escaleras, un par de metros y fue en ese mismo instante, cuando entré
por la boca central de lo que corresponde a la popular este, fue en ese momento
que quedé maravillado. No podía creerlo, el escenario y la gente habían quedado
en un segundo plano, esas tribunas, las dimensiones, las plateas, todo. Tenía
algo especial y de alguna forma yo me sentía en casa.
Tiempo después del recital yo
recordaba aquel lugar mágico, y empecé a interesarme en el club, su trayectoria
y su fútbol semana a semana. Veía todos los partidos y me emocionaba al ver el
exquisito fútbol de aquel extraño equipo. Fue desde entonces que sigo a Vélez.
La gente dudosa me preguntaba "¿Y vos de qué cuadro sos?" yo, con
orgullo, les contestaba "de Vélez".
Lo demás es historia, partidos,
goles, campeonatos y vueltas olímpicas. Unos años después de aquella noche me
atreví a volver al Amalfitani y desde entonces fin de semana por medio estoy
ahí, en esas tribunas que supieron "chamuyarme", seducirme y
enamorarme, alentando a El Fortín.
Yo no lo sabía, pero esa noche
concebí matrimonio con ese amor que voy a querer y respetar en la pobreza
y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad y hasta que la muerte nos
separe.
Así me enamoré de Vélez.
Elías Albacete
@EliasAlbacete